Psicólogo y Terapeuta

jueves, 26 de julio de 2012

Animales inteligentes: El cuervo

Unos cuervos del Pacífico fabrican herramientas

  • Un experimento muestra que las aves son capaces de combinar el uso de tres herramientas para conseguir comida

  • Las aves solucionan el dilema igual de bien que los cachorros de 'Homo sapiens'

  • Los niños superan a los pájaros a partir de los ocho años


Denle una rama a un cuervo y moverá la Tierra. El Corvus moneduloides, una especie que habita en la isla de Nueva Caledonia, en el océano Pacífico, es capaz de fabricar herramientas complejas a partir de ramas, hojas o incluso de alambres, todo ello con el fin de procurarse alimento en situaciones donde se requiere de un instrumento auxiliar para obtenerlo. Y esta tarea de creadores de utensilios la llevan a cabo "con mayor precisión que un primate", como remarca Alex Kacelnik, investigador argentino y uno de los biólogos que, como jefe del departamento de Ecología del Comportamiento de la Universidad de Oxford, más han experimentado con ellos.

En 1996, el zoólogo neozelandés Gavin Hunt descubrió cómo estas aves desarrollan sus sorprendentes capacidades en su hábitat natural, los bosques de esa isla del Pacífico perteneciente al archipiélago de la Melanesia. Ahora los científicos de Oxford han comprobado que también son capaces de mostrar las mismas facultades en situaciones de cautividad, y han podido registrar que en individuos jóvenes parte de este comportamiento es heredado. "Manifiestan una tendencia natural a resolver problemas físicos mediante el uso de herramientas", explica Kacelnik, que disertó en Barcelona sobre este tema en Cosmocaixa. También pueden aprender de sus mayores e incluso de cuidadores humanos, una línea de investigación en la que ahora trabaja el equipo de Kacelnik, que ha publicado sus resultados en Science y Nature.

Los cuervos silvestres hacen trabajos más complejos que los criados en cautividad


Uno de los experimentos realizados y grabados en vídeo por estos científicos muestra a la pequeña Betty, una hembra criada en confinamiento, enfrentada al problema de recuperar su comida de un difícil escondrijo. El alimento ha sido depositado en un diminuto cesto coronado por un asa, y éste se ha introducido a su vez en un tubo cilíndrico en posición vertical. ¿Cómo extraerlo? Después de intentar meter la cabeza en el tubo sin llegar a alcanzar el asa, Betty se fija en un alambre plano dejado al lado por los cuidadores y lo toma con su pico. Lo introduce en el tubo, también sin éxito. Entonces busca un punto de apoyo blando para uno de los extremos del alambre y desde el otro hace fuerza con el pico, de manera que empuja el alambre hasta que le da la forma de... ¡un gancho! Una vez que ha fabricado su herramienta, que muestra un ángulo casi perfecto de 90 grados, realiza un primer intento de introducirla para pasarla por debajo del asa, pero se equivoca al colocar el gancho al revés. A la segunda oportunidad ya no hay fallos: la herramienta le permite agarrar el cesto y elevarlo con facilidad hasta extraerlo completamente y zamparse el premio que lleva dentro, un trozo de carne.

Kacelnik destaca la "capacidad de inferencia lógica" mostrada por Betty en una situación que, además, era nueva para ella: "El animal observa un problema, planea una solución y la ejecuta mediante una planificación anticipada y apropiada". En algunos casos, llega a utilizar el gancho para una segunda función, sacar la carne de su receptáculo. "Son capaces de conceptualizar problemas, de entenderlos en algún nivel primitivo, quizás mediante una imagen mental", comenta el investigador.

En un segundo experimento, Betty se enfrenta a una situación sensiblemente diferente: el tubo reposa horizontalmente sobre un soporte, el cesto no tiene asa y entre éste y la joven hembra se ha interpuesto una tapa transparente que sólo tiene un pequeño agujero circular en su centro. Al cuervo se le dejan cerca unas ramas de roble. De ellas, Betty separa una ramita e intenta introducirla por ese hueco, pero se da cuenta de que no cabe. Ni corta ni perezosa, se dedica a lijarla con su pico para reducir su diámetro. El primer intento con la herramienta transformada fallará y deberá continuar trabajándola hasta conseguir la medida exacta, algo que no tarda mucho en hacer. Una vez que ha logrado pasarla por la oquedad, empuja con ella el receptáculo del alimento hasta que sale por el lado contrario del tubo.
Uno de los aspectos que más llaman la atención del biólogo argentino en este caso es "cómo el animal demuestra un razonamiento matemático en la toma de decisiones". Éste se observa en aspectos tan esenciales como la adaptación del diámetro de la rama-herramienta al tamaño requerido.

La capacidad de construir utensilios en el mundo animal se creía hasta hace poco reservada a los primates, algo que contradicen comportamientos como los de los cuervos de Nueva Caledonia. En opinión de Kacelnik "es un error pensar en las aves como animales carentes de inteligencia creativa -cerebros de chorlito- que sólo reproducen comportamientos heredados como la construcción de nidos". Y explica cómo los cuervos de esta especie en estado silvestre fabrican herramientas con formas más perfeccionadas que aquellos criados en cautividad. "Esto sugiere la existencia de pautas de transmisión cultural entre los sujetos más allá de la herencia".

A pesar de que los Corvus moneduloides son los únicos con esta capacidad artesanal, otros córvidos demuestran una inteligencia "bastante versátil", según Kacelnik. Por ejemplo, pueden tener en cuenta la perspectiva de sus colegas para planificar sus acciones: cuando esconden comida y ven que un congénere les ha observado, la cambian de lugar después de que éste se haya ido. "Y los que más precauciones toman son los que a su vez antes han sido ladrones de comida", dice Kacelnik. Un comportamiento de lo más humano.
"Aunque la habilidad que tiene los cuervos para usar tres herramientas de forma consecutiva supera cualquiera de las capacidades detectadas en cualquier animal no humano, incluidos los primates, este estudio también recalca la importanacia de aproximarse de una manera cautelosa a la comparación de las ciencias cognitivas. Un comportamiento aparentemente igual de inteligente puede conseguirse sin que implique necesariamente un alto nivel de facultades mentales, y hacen falta análisis detallados antes de aceptar que se trata de una prueba de mayor capacidad intelectual", advierten los autores del ensayo en la web de la universidad.

Los cuervos resuelven el problema planteado en una fábula de Esopo

Las aves solucionan el dilema igual de bien que los cachorros de 'Homo sapiens'

Los niños superan a los pájaros a partir de los ocho años

“Un cuervo que fallecía sediento vio una jarra y esperando encontrar en ella agua...”, empieza una de las muchas fábulas que Esopo, por alguna razón, dedicó a esos pájaros de mal agüero. La jarra del relato tenía agua, en efecto, pero en tan exigua cantidad que el pobre grajo no se vio capaz de alcanzarla con el pico. Al poco diose cuenta el ave, sin embargo, de la solución y sin más que arrojar unas cuantas piedras al cicatero recipiente vio subir el líquido hasta ponerlo a su alcance y saciar así su sed. Esopo quiso ilustrar así lo mucho que las crisis aguzan el ingenio, una moraleja tal vez refutada por nuestra historia reciente.
Una mejor moraleja habría sido seguramente la de resaltar lo mucho que la inteligencia de los cuervos se parece a la de los cachorros de Homo sapiens. Nicola Clayton y sus colegas del departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Cambridge acaban de demostrar (PLoS ONE, 25 de julio) que los cuervos y los niños menores de ocho años resuelven el dilema de Esopo con idéntica eficacia: al quinto intento. Es justo añadir, en descargo de nuestra especie, que a partir de los ocho años los niños les dan cinco vueltas a los grajos y resuelven el problema al primer intento. Son las ventajas de haber evolucionado más para tener un cerebro más grande.


Con respecto a los cuervos, en realidad, Esopo se quedó corto. Estos pájaros no resuelven el problema por mero ensayo y error, ya que utilizan la técnica de las piedras cuando se trata de extraer un gusano de una jarra con agua, en efecto, pero no de un recipiente con serrín. Parecen saber de algún modo que el truco no funcionará en el segundo caso y ni se molestan en probarlo, o al menos no con mucho ahínco. Además, cuando se les da a elegir entre piedras grandes o pequeñas, escogen las grandes, posiblemente para ahorrar tiempo. También suelen preferir tirar piedras que bloques de poliestireno, que como es sabido flotan en el agua y no sirven de gran cosa. El poliestireno no existía en tiempos de Esopo, ni en las épocas en que evolucionaron los cuervos, de modo que estas habilidades parecen realmente cognitivas, y no meros instintos.

Pese a que los cuervos y los niños pequeños muestran una eficacia similar en la resolución del problema, su forma de aprender parece distinta. Cuando los psicólogos manipulan el experimento para que, aparentemente, ocurra algo imposible en el mundo real, los cuervos no son capaces de utilizar ese resultado para incorporarlo en ensayos posteriores. Parecen más bien tener incorporada una 'comprensión' instintiva de las leyes de la física, y lo que no cuadra con ellas no les sirve para incrementar su pericia. Los niños, en cambio, utilizan una estrategia más práctica: lo que funciona, funciona. A veces, parece pensar nuestra especie, no es necesario comprender el mundo para utilizarlo a favor de uno. O en contra de los demás.


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