En un inicio, muchas
conductas se deben a su contexto y situación dadas, pero ocurre que habiendo
modificaciones en su contexto o situación estas se van manteniendo sostenidas
ante un argumento tan frágil como el: "Siempre lo hemos hecho así"
Nuevas situaciones, o
viejas conductas requieren ser revisadas continuamente si no se quiere caer en
el ridículo, el absurdo o en el encorsetamiento de la sociedad. Un ejemplo es
la selección sexual en el reparto de tareas en una sociedad
cazadora-recolectora, en que los recursos escasean, sobrevive la ley del mas
fuerte, y uno vive a expensas y con el temor de que el vecino se decida
aniquilar-lo. La historia del mono desnudo que somos está repleta de dichas
conductas:
- Porqué tienen que ser las mujeres las que cuiden la prole?
- Porqué no comen cerdo los pueblos de origen musulmán?
- Porqué la gente cree en Dios?
Todas ellas tienen una explicación
y sentido en su origen. Algún día quizás me dedique a explicar las posibles
respuestas a ello. Lo que si se tiene claro hoy en día es que en su origen,
dadas las explicaciones que el hombre le daba al mundo, su realidad de
cazadores-recolectores etc… hicieron crear paradigmas y normas de conductas que
establecían su razón a la realidad inmediata vivida. Que ocurre cuando esta
realidad cambia pero mantenemos esas conductas? Pues que podemos rallar
el absurdo y el ridículo.
Pregúntese el sentido y
el motivo de muchas de sus conductas habituales o llamadas culturales. Mírese
al espejo y pregúntese que sentido tiene lo que hace.
Muéstrese como lo que
es: Un mono desnudo, sin pelo, pero mono pensante al fin.
El experimento de los monos y los plátanos
Se colocaron 6 monos en una jaula, en el centro de la
cual se
encontraba una escalera que permitía alcanzar un racimo de plátanos que
colgaba del techo. En cuanto uno de los monos intentaba
alcanzar los plátanos, se les rociaba a todos con agua helada lo cual
hacía que desistiera de su intento. Este proceso se repitió tantas
veces cómo intentos por alcanzar los plátanos realizaron los monos.
Finalmente, cuando alguno de los monos intentaba alcanzar los plátanos,
eran sus propios compañeros los que le impedían acercarse a la escalera
a base de golpes hasta que el mono desistía de su intento.
Llegados a este punto, se saca uno de los monos de la jaula y se
introduce otro que evidentemente no había participado previamente en el
experimento. Al poco de entrar en la jaula, el mono intenta encaramarse
a la escalera para tomar los plátanos, pero en cuanto se acerca a
la escalera, sus compañeros le agreden a golpes ante la posibilidad de
una ducha helada. El nuevo mono no entiende nada, pero tras varios
intentos se da cuenta de que no se puede acercar a los plátanos a menos
que desee ser vapuleado.
En este momento, se saca de la jaula otro de los monos que empezaron
el experimento y se introduce uno que tampoco tiene ningún conocimiento
del
funcionamiento del mismo. Igual que en el caso anterior, el mono
intenta agarrar los plátanos y cada vez que lo intenta, todos sus
compañeros de
jaula se abalanzan sobre él para impedírselo. La nota curiosa es que el
mono que introdujimos a mitad del experimento y que no tiene la
experiencia
de haber sido rociado con agua helada también participa en la agresión
aunque sin saber porqué. Para él, simplemente, no está permitido
acercarse a la escalera.
Poco a poco se van sustituyendo todos los monos que comenzaron el
experimento por otros que no han experimentado en ningún momento el
hecho de
haber sido rociados con agua helada.
Cuando se sustituye el último mono de la jaula, el comportamiento de
los simios continúa igual, a poco que el nuevo mono intenta acercarse a
la
escalera es vapuleado por sus compañeros, aunque llegados a este
momento, nadie sabe porqué ya que ninguno de ellos ha sido rociado con
agua
helada. Se ha establecido una regla: "Está prohibido subir por la
escalera y quien lo intente se expone a una represión por parte del
resto del
grupo".
Autor: David Leonis
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